Dudando del sexo:
Ni hembras ni machos
El
cuerpo es un medio de expresión altamente restringido,
porque
está muy mediatizado por la cultura
y
expresa la presión social que tiene que soportar[1]
Ahora vamos a hablar de un tema un poco peculiar y que pone
a prueba nuestra forma de ver la realidad: el sexo biológico.
Hasta hace poco se creía que el género era uniforme, si
nacías con un cuerpo eras hombre, si nacías con otro cuerpo eras mujer. Después
se descubrió que no es así, los transexuales y los transgénero, así como
algunas feministas, pusieron en duda el género y dieron cuenta de que era una
creación social llena de roles de género y de comportamiento de género
establecido socialmente que cambian de época en época y de cultura en cultura.
Más recientemente, el activismo intersexual y algunos
pensadores como Beatriz Preciado ponen de manifiesto que el sexo biológico está
en el mismo tenor. Esta posición, que suena muy aventurada, extravagante y
quizás extremista, tiene sus sustentos. Libros como “La construcción del
sexo: cuerpo y género desde los griegos hasta Freud” de Laqueur, “Del
sexo al género: los equívocos de un concepto” de Tubert, “Un
cuerpo, mil sexos: intersexualidades” de Jorge Raíces Montero (compilador)
o los artículos realizados para la película “XXY”[2]
en habla española nos dan la introducción a este tema.
El Mpreg, por lo tanto, no tiene una teoría intelectual
basada solo en el feminismo en cuanto al trato que han recibido las mujeres y
las cosas que pueden o no hacer por parámetros de biopoder, sino que también
involucra la intersexualidad (hasta cierto punto) y la configuración sexual de
nuestra especie. Por eso es importante hablar un poco de este tema dentro del artículo,
para que cada quién se pueda llevar su propia opinión.
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Ya decíamos que en la Grecia Antigua se concebía un patrón
de un único sexo, dentro del cual unos era más perfectos que otros, y como para
ese entonces ya estábamos en un patriarcado (aún no era heteropatriarcado, pero
ya empezaba a tener sus tintes), la mujer se interpretaba como un ser
imperfecto, y hasta la fecha se sigue interpretando a la mujer en base al
cuerpo del hombre y no a la inversa. Me parece que ésta es la visión que cambia
el Mpreg: un análisis propio desde la mujer hacia el hombre.
[El Mpreg son] ideas quizá heredadas de una lejana
prehistoria[3]
en que, al desconocer el papel del factor sexual en los mecanismos de la
procreación, se llegó a pensar que el poder genético estaba difundido y
permanecía latente en todos los elementos del cosmos, aunque resultaran
privilegiadas las hembras... Este concepto, junto a la ignorancia de la función
del semen masculino, pudo generar el sentimiento de que es al hombre y no a la
mujer a quien le faltó algo, ya que no es, como ella, capaz de reproducirse.[4]
Esta interpretación de sexo biológico se va ir definiendo de
acuerdo a la época. Antes se hacía mediante los genitales, hoy en día se hace por
los cromosomas. Tanto es así que desde la antigüedad, cuando nacía un intersexual
era mal visto y traía malos augurios. En diferentes literaturas y la semiótica
la intersexualidad representa parte del caos, ya que no hay opuestos y nuestras
culturas se suelen basar mucho en éstos (hombre/mujer, día/noche, alfa/omega) y
en los complementos, y lamentablemente aún se cometen muchos abusos con las
personas intersexuales, como operarles (porque ellos deberían decidir sobre su
cuerpo y si se consideran dentro de los géneros binarios o no), lo cual es
equivalente a la ablación en la mujer, que se ve mal en nuestras sociedades,
contradictoriamente. Al tipo de cultura que tenemos en nuestro mainstream no le
gusta lo ambiguo y/o lo andrógino.
Hoy en día estamos partiendo de dos sexos que describen los
cuerpos a cinco sexos: “Según estableció inicialmente Fausto-Sterling,
existen cinco sexos: macho (cromosomas sexuales XY), hembra (XX), individuos XY
con órganos predominantemente femeninos (fems), individuos XX con anatomía
parcialmente masculina (mems) órganos o individuos con mezclados (herms). Pero
hasta la misma pionera en este tema reconoce que la diversidad sexual escapa
hoy a las cinco categorías básicas” (COGAM, Ambigüedad
sexual).
Un tipo de clasificación de estos “géneros biológicos”
(entiéndase por género biológico una taxonomía de una disciplina, no un
parámetro natural) lo encontramos en Wikipedia en el artículo “Gender Taxonomy”,
donde se puede observar las variaciones que existen o han existido para
determinar el “sexo biológico”, y es que si lo piensan, en realidad nuestra
sociedad pudo haber dicho “todos los XX son machos y son agresivos y más
cuando están embarazados y todos los XY son hembras porque no pueden tener
crías y son pacificas y muy profundas”. Todo este discurso pudo
haber sido variado y mezclado de muchas formas. Intenten las mezclas y verán
todo lo que puede salir en un simple juego de palabras.
En este breve ensayo, antes que dudar del sexo biológico
vamos a dudar de las diferencias biológicas que supuestamente nos hacen
“mujeres” u “hombres”, “hembras” o “machos”.
Y todo esto ¿para qué? Una vez que nos introducimos al tema
del Mpreg no siempre es sencillo establecer una correlación con el sexo del
personaje (recordemos que en los humanos el fenómeno aún no existe). Siempre
estamos oscilando entre las preguntas ¿será un tipo de hembra? ¿Un nuevo tipo
de macho? ¿Qué lo haría hembra? ¿Qué lo haría macho? ¿Será transexual? ¿Se
considerará hombre? ¿Sería intersexual? ¿Hermafrodita? Preguntas que no siempre
son fáciles de responder ni de imaginar. Por ello, es necesario conocer un
poquito sobre la inestabilidad del sexo biológico, el cual es un caso menos
conocido que la inestabilidad del género y la orientación sexual.
Una de las primeras cosas que pone en duda el sexo biológico
pero que va íntimamente relacionada a la cuestión del género, son los
intersexuales que nacen XY (por ejemplo) pero con hormonas que los predisponen
al cuerpo que comúnmente se encuentra en los organismos cuyos cromosomas son
XX. Ellos viven sus vidas, siempre pensando en sí mismos como XX (se explica
mejor en este capítulo de House),
porque queramos o no, así como pensamos que somos mujeres u hombres, también
vivimos dándole valor a nuestra orientación sexual, así como a los cromosomas
que nos “corresponden”: ¡Yo soy esto
y ay de quien lo dude!
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En ese sentido podemos ver que, en principio, no hay solo
dos sexos; eso acercaría o pondría al sexo biológico en la misma tabla que dos
géneros excluyentes (afortunadamente, hoy hay más nociones de género). Pero
dudemos de lo que dudemos en estos temas, siempre acabamos hablando de un “mal
psicológico”, o como frecuentemente se dice “esa persona no sabe ni qué es”. Fobias
correspondientes a esta “inestabilidad”, y que se denotan en la crítica de
Ranma ½ que se dio a finales de los 90, por ejemplo. Como Preciado dice: “no
creo que haya células que sean masculinas o femeninas, puesto que femenino y masculino
son ya conceptos biopoliticos... la biología es un sistema tecno-vivo en el que
ya están implicados procesos de interpretación y de producción cultural, y que
además la ciencia funciona produciendo metáforas performativas (“libre”
actuación en un escenario limitado), es decir, que produce aquello que intenta
describir de alguna manera. Cuando nacemos el proceso de asignación sexual no
se lleva acabo haciendo un análisis cromosómico o genético, ¿tú conoces tu
carta cromosómica? No, yo tampoco y sin embargo sigues teniendo absoluta
certeza en que tu género es femenino, que el mío es femenino, bueno yo desde
luego no sigo teniendo ninguna certeza pero bueno hay quien la sigue teniendo
sin conocer su carta cromosómica. Es decir que de alguna manera la asignación
femenino y masculino en el nacimiento se hace con criterios únicamente
visuales, tiene que ver con una estética del cuerpo, de la sexualidad, del
sexo... el cuerpo es múltiple, el cuerpo es plástico y tiene una
multiplicidad de expresiones que no se pueden reducir únicamente a lo femenino
y masculino, la categoría de género se inventa precisamente para reducir
esa multiplicidad a la masculinidad y la feminidad... algunos científicos han
aprovechado el miedo del feminismo de los 80s a confrontarse con el cuerpo, con
la corporalidad, porque parecía inmediatamente llevarnos hacia un determinismo
naturalista o anatómico en el que... ya no podíamos hablar más que de hombres y
mujeres, de vaginas y de penes, creo que el reto del feminismo contemporáneo es
repensar la corporalidad, las células, hablaría de una micro-política de las
células” (Beatriz Preciado,
ver en you tube).
Para volver al tema, esto tiene que ver con el Mpreg en la
medida en que un “hombre embarazado” deja de ser ya un festejo o una burla
arraigada en lo más hondo de nuestras culturas y lejos de una idea descabellada
se convierte en el repensar los cuerpos, el género, el sexo y la
sexualidad, lo cual dista mucho del sistema biológico lineal enseñado en todos
los niveles escolares: desde primarias hasta posgrados. Es jugar con lo que nos
enseñan.
Laqueur nos habla en este mismo sentido: “En primer
lugar, las oposiciones y contrastes entre la mujer y el hombre, si deseamos
interpretarlas como tales, han estado claras desde el principio de los tiempos:
uno de ellos pare y el otro no”[5] Esta
diferencia es la más notoria, de allí en adelante el cuerpo anatómicamente es
muy similar pero lleno de contrastes sociales establecidos antes, durante y
después de su descubrimiento, haciendo así al cuerpo, biopolitica. A pesar de
eso, mucho se ha discutido que los embriones son morfológicamente andróginos a
pesar de que ya tengan un par de cromosomas o el otro, es decir, que no tenemos
grandes diferencias entre lo que cotidianamente conocemos como varones y
mujeres.[6]
“De este modo, algunas de las llamadas diferencias
sexuales en la investigación biológica y sociológica se producen también en las
diferencias de género, y la distinción entre naturaleza y cultura se desploma
en cuanto que la primera se integra a la segunda... Así, desde una variedad de
perspectivas, se hace tambalear el cómodo concepto de que el hombre es hombre y
la mujer es mujer... Esa 'cosa', el sexo, sobre la que la gente tenía
opiniones, parece desmoronarse... Es obvio que el sexo es algo más que lo que
la sociedad designa como tal o lo que su nombre sugiere, afirma Jeffrey
Weeks... El punto de reunión para el contraataque contra el despliegue de la
sexualidad no debería ser el sexo-deseo, sino los cuerpos y los placeres
(Foucault)”[7]
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En base a esto, la preguntas sobre la que tenemos que
reflexionar es: ¿Qué parámetros son los que nos dicen que un XY es macho (y
genéricamente hombre) o cuáles nos dicen que un XX es hembra (y genéricamente
mujer)?
Pero el punto no es ¿en base a que parámetros te consideras
hembra o macho? El punto clave es ¿en base a que parámetros las taxonomías y
las convenciones biológicas hacen a un XX hembra y a un XY macho?
¿Crees poder responder?
Si dices que macho es el que no tiene a las crías y las
hembras sí, te has equivocado.
¿Alguna otra respuesta?
¡¿Quién da más?!
Esto que estamos presenciando es el poder de análisis del Mpreg
en todo su esplendor.
¡Pero aún hay más!
“La oscuridad se intensifica cuando los animales [sí, el
humano es uno de tantos] entran en la órbita de la cultura, donde su
transparencia sexual desaparece. Durante mucho tiempo se pensó que la liebre,
tan destacada en mitos y folklore, podía cambiar de sexo de un año a otro y
qué, por tanto, era intrínsecamente andrógina. O como hubieran dicho los más
doctos, la liebre macho podía parir en ocasiones. También de la hiena, otro
animal con abundantes significados culturales, se pensó que era hermafrodita.
El casuario es una gran ave, incapaz de volar y semejante al avestruz, que para
el antropólogo es epicena (el nombre de los animales cuando con una misma
terminación y artículo se designan al macho y a la hembra) pero para los
miembros de la tribu de los sambia es una hembra temperamental, salvaje y
masculinizada que pare por el ano[8]
y cuyas heces tienen poderes procreativos... ¿Por qué, se pregunta el etnógrafo
Gilbert Herdt, un pueblo tan sutil como los sambia “cree” en el nacimiento anal? Porque cuanto se
dice sobre la biología del sexo, fuera de contextos muy específicos, incluso al
hablar de [otras especies], viene ya informado por una teoría de la diferencia
y de la igualdad.”[9]
Hasta aquí estos cambios son casi por completo sociales y
culturales, pero cuando nos aventuramos a espiar el sistema reproductor
masculino nos aguardan sorpresas ocultas en la idea del “feto andrógino” Ya en
épocas remotas se pensaba “se me ha ocurrido la idea más tonta... quizá los
hombres sólo sean una variedad extravagante de mujeres o quizá las mujeres sólo
sean una variedad extravagante de hombres.”[10]
Por otra parte, Isidoro de Sevilla “mantenía por una parte que sólo las
mujeres tenían matriz en la que concebían, y por otra que diversas autoridades
y 'no sólo poetas' consideraban el útero como el vientre, común a ambos sexos”[11]
Y aunque ellos lo veían como “vientre”, cuál es nuestra
sorpresa al descubrir que en el sistema reproductor masculino en efecto existe
el “útero”, o al menos lo que hubiese sido el útero. En el caso de los
intersexuales XY que nacieron predispuestos con el cuerpo de “mujeres” no se
desarrolla el útero hasta donde se sabe (¿porque se imaginan quien se atrevería
a dudar de que un cuerpo que nace con útero y vagina bien definidos pudiera ser
XY? ¡pues yo! con eso de que no tenemos nuestra carta cromosómica pasaría
invisiblemente)[12].
Sin embargo, existen otros casos en donde esta diversidad de
cuerpo se manifiesta en los hombres con el PMDS (Persistent Mullerian Duct
Syndrome). Este “síndrome” se refiere a la presencia de un útero en el XY (y en
ocasiones otros derivados del conducto de Müller, un pedazo de cérvix y tropas
de falopio también pueden estar alojadas dentro de la cavidad pélvica), el cual
es un pseudo-útero ya que no está completamente desarrollado. No se les considera
intersexuales porque sus órganos sexuales exteriores están “bien diferenciados”
(los que normalmente se presentan en los XY: pene, testículos...) y al parecer
tampoco se les considera hermafroditas[13].
Es de saber que en el humano, a pesar de existir el hermafroditismo es tomado
como una enfermedad rara (que no lo es) y que no existe completamente. Los
varones con el síndrome de Müller solo tienen un útero a medio
desarrollar.
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Si se han fijado, lo importante en el Mpreg no es que un
personaje sea hermafrodita o que sea transexual, sino cómo se considera
genéricamente entre los dos sexos con los que jugamos en el slash: “mujer” u
“hombre” (sobre todo éste último en esta literatura), o si por el contrario
tiene una identidad de género distinta a estas dos. Eso es lo que más va a
pesar dentro de los fanfics, salvo que un día una escritora se aventure a
explorar nuevas tramas para el Mpreg.
Y es que el problema deviene cuando pensamos en los cuerpos respecto
al Mpreg, cuando lo problematizamos nos damos cuenta de que los cuerpos son muy
similares, y si son tan similares ¿por qué razón biológica solo uno de los “dos
sexos” puede concebir? ¿Por qué razón la tecnología de úteros no sería válida
para ellos? Descubrimos que los varones tienen espacio para sustentar una cría
en su interior (aunque no sea precisamente en ese útero) y lo más importante,
su organismo ¡puede aceptar al embrión! Lo cierto es que este útero a medio
desarrollar, corresponde a la parte que en el hombre se llama “utrículo
prostático”, el cual también es conocido como “útero masculino” ya que
corresponde, en efecto, al útero en la mujer, lo cual nos quiere decir que es
un útero sin desarrollar (no medio desarrollado como en el
“síndrome” de Müller). Estos restos de un órgano sexual desarrollado comúnmente
en los organismos XX cuelgan de la próstata masculina. ¿Recuerdan qué parte es
la que les hace sentir placer en una penetración anal? No quiero relacionarlo
directamente con el placer, ya vieron que incluso eso es problemático, pero lo
tomaré como una afortunada coincidencia slasher.
Si
juntamos el síndrome de Müller en los varones y el útero masculino, ¿podemos
desarrollar un útero funcional? Y aún más interesante ¿podemos
crear un doncel? ¿O un hermafrodita completo? Claro que para esto harían falta
los óvulos o la tecnología de la reproducción homosexual.
Otra posibilidad es la tecnología de cultivo de tejidos, en la cual se están haciendo investigaciones para intentar producir órganos completos a partir de células madre. El principio de esta tecnología se basa en que las células primero son todas iguales (células madre) y luego reciben señales químicas que las dirigen para convertirse en células especializadas (de hígado, de riñón, de músculo) y organizarse en órganos. Lo que la tecnología está intentando hacer es replicar esas señales fuera del cuerpo para formar órganos “in vitro”. Si es posible enviar señales para el desarrollo de órganos externos al cuerpo… ¿no será posible enviar señales dentro del cuerpo para el desarrollo de órganos atrofiados (como el útero en los hombres)? [Mullu]
Aquí estamos dejando de comparar los órganos del hombre con los
de la mujer. En cambio, estamos comparando los órganos desde una perspectiva
femenina: los órganos de la mujer para “perfeccionar los del hombre” dándoles
un nuevo sentido. Ésa es una de las incomodidades que causa el Mpreg, porque
recordemos que en nuestras culturas casi siempre comparar a un varón con algo
que tenga que ver con la mujer es insultarlo, claros tenores machistas que
persisten fuertemente. Sí, tal vez ellos no sean mujeres, pero
pueden hacer lo mismo que una. Tal vez ellas no sean hombres,
pero pueden hacer lo mismo que uno.
Otro caso interesante es la maravillosa “lactancia
masculina”. Ya Aristóteles observaba el fenómeno, pero ya saben cómo era con
sus ideas hacía las mujeres y todas esas cosas: “como los hombres eran más
'calientes' y tenían menos sangre residual, generalmente no daban leche, sin
embargo, tras la pubertad algunos hombres producían algo más de leche y podían
producir más con un tratamiento adecuado.”[14]
Históricamente “se siguió creyendo, por ejemplo, hasta
bien entrada la Edad Media, que algunos hombres tenían la regla mensual como
las mujeres [no se diferenciaban los tipos de sangrado]... o leche en los senos con la que podían
amamantar [que no era precisamente una creencia]. En España del Siglo de Oro
este tema [dio] lugar a controversias eruditas y cuentecillos humorísticos,
como el que refiere Luján de Sayavedra en su Guzmán. También casos míticos y
reales de hermafroditismo alimentaban la creencia en la posibilidad de que el
hombre se transformara en mujer. Historias de este tipo abundaban en la India
[sobre todo al considerar a los Hijra]”.[15]
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En efecto, hay machos (ya vimos que “macho” es solo una
convención taxonómica biológica) en ciertas especies que dan de lactar y en
este caso el humano podría ser uno de ellos. El fenómeno de la lactancia
masculina se produce en particular en el murciélago de la fruta Dayak, en esta
especie los machos lactantes pueden ayudar en el cuidado de sus hijos.
En el caso del hombre, Darwin dice que "sabido que
los machos de todos los mamíferos, incluso el hombre, tienen mamas
rudimentarias. Estas
en varios casos han llegado a ser bien desarrolladas, y han dado un suministro
abundante de la leche[LU2] .”[16]
Darwin incluso especula sobre la función antigua de las mamas rudimentarias y
dice que ambos sexos pueden tener a su cuidado a los jóvenes, pero que al paso
del tiempo se fueron inactivando en edades muy tempranas.
La producción de leche por los machos también se puede
activar debido a la tensión extrema generada por la actividad física exigente y
la escasez de alimentos. También se detectó durante una epidemia de sarampión.
Se produjo incluso entre los supervivientes de los campos de concentración nazi
y se sabe que algunos prisioneros de guerra liberados también lo han
experimentado. Se ha observado también en casos aislados alrededor del mundo.
Una circunstancia particular de la lactancia masculina es
cuando se produce como efecto secundario de tratamientos hormonales que
estimulan las glándulas mamarias cuando los hombres sufren de cáncer de
próstata o por drogas que bloquean los receptores de dopamina, así como en el tratamiento
para transexuales XY (mujeres).
Tanta es nuestra diversidad que incluso existe lo que se
llama pezón supernumerario o “tercer pezón”, algunos de los
cuales son funcionales pero mini-pezones. Y si todas estas características no
son dañinas ¿por qué se les considera negativamente?
Como vemos hasta aquí tanto científica como médicamente “se
sabe [que la] construcción binaria de los géneros es artificial y que en
realidad en los humanos existen miles de combinaciones biológicas posibles, lo
que significa que las personas no se pueden definir solo como lo que
tradicionalmente se entiende como un hombre o como una mujer. Las innumerables
combinaciones de cromosomas, gónadas, hormonas, órganos genitales, aparatos
reproductores internos, caracteres sexuales secundarios y estructuras
cerebrales suponen la clara existencia de miles de géneros biológicos, de los
cuales ser hombre o ser mujer solo son los dos extremos posibles. Si por otra
parte tenemos en cuenta que el género de una persona no es solo algo biológico,
sino también algo psicológico y sociológico, el número de variantes se
transforma en infinito” (Lille Skvat, Día
de la Solidaridad Intersexual).
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El Mpreg Slash tiene 2 niveles de análisis en el efecto
que causa lo que se produce (no cómo, ni por qué se produce):
1. Primer Nivel: las cuestiones de género, roles de género, orientación
sexual y sexualidad.
2. Segundo Nivel: es el que casi nunca nos planteamos, los
problemas de identidad sexual, sexo biológico y mater/paternidad.
Estos niveles bien pueden combinarse o no. El segundo nivel
es el importante en el Mpreg, en el que no se juega con la orientación sexual,
se juega más que nada con el cuerpo; el cuerpo se piensa, se duda y se
problematiza.
Ya es tiempo de explicar la razón por la que casi siempre uso
los términos “XX” o “XY” y me parece que con este pequeño bagaje cultural sobre
este fascinante asunto del cual apenas estoy aprendiendo junto con ustedes, es
más que suficiente para dar una explicación que no sea confusa. Nótese que hoy
día existe una gran cantidad de identidades sexuales y no solo hombre y mujer.
Referirme a los cromosomas se me hace más objetivo para un organismo, pero en
el momento en que lo hayan relacionado con un “sexo” o con un “género” ha
perdido todo su sentido, porque no son las únicas identidades; también existen
los XXY y otros similares. Usar estos términos tiene la intención de vaciar el
contenido cultural de los que son propios los términos “macho”, “hembra”,
“hombre” o “mujer”. Sé que no se puede del todo, pero al menos me parece que se
entiende mejor la idea. En este tenor, tampoco creo que los cromosomas nos
impongan un “destino biológico” a lo largo de nuestra vida.
Y es que una vez que entras a degustar Mpreg y te metes
dentro de sus analogías más profundas, quitarse lo transfóbico, lo intersexfóbico,
lo hermafrofóbico[17]
y lo generista[18]
es más que necesario para llevar un buen análisis.
En este tenor me pregunto con inquietud ¿qué es mujer? ¿qué
es hombre? Porque corporalmente eso no nos da género, uno lo escoge, porque
cromosómicamente eso no nos da diferencias excluyentes en su totalidad. De
hecho, me aventuro a decir que son mínimas las diferencias entre uno y otro
sexo biológico (que vemos como mutuamente excluyentes). Pero esta unitariedad
que se aproxima al reduccionismo de un solo sexo, salvo que queramos crear
miles, no tiene como objetivo decantar en un machismo o en un hembrismo, sino
en la igualdad.
Este pequeño texto no pretende dar una mirada definitiva
sobre el tema, eso es lo que lo hace interesante, que hasta el momento los
debates van y vienen entre una y otra cosa. Lo único que pretendo poner de
manifiesto es que hombres y mujeres no somos tan diferentes como creemos ni nos
separan arduas barreras biológicas.
Este es un texto creado
[1] Ana Martínez Barreiro. La construcción social del cuerpo en las
sociedades contemporáneas. p.130. En: http://ddd.uab.cat/pub/papers/02102862n73p127.pdf
[2] Para leerlos entra a la página
y sigue esta ruta: Entrar >>
Diagnóstico de Alex >> Ensayos sobre intersexualidad.
[3] Entiéndase prehistoria como una
delimitación de la disciplina histórica y no como un pasado poco evolucionado.
[4] François Delpech. La patraña
del hombre preñado: algunas versiones hispánicas ,
1986. p. 551
[6] Thomas Laqueur. Op. Cit. p. 31.
[7] Thomas
Laqueur. Op. Cit. pp. 36-38.
[8] Como vimos en la revisión
histórica, en las obras que se han producido acerca del Mpreg también se pone
de manifiesto este tipo de fantasías sobre la “obstetricia anal”. Algunas
tienen que ver con poderes místicos que se les daba a los desechos fecales en
antiguas culturas. Después pasaron a representar la burla o era propio de los cuentos del
folklore del pedo.
[10] Mlle. De l'Espinasse en El sueño
de D'Alaembert, de Diderot. Citado por Thomas Laqueur. Op. Cit. p. 57.
[12] Por allí me cuentan el chisme de
que se han producido abortos porque el feto tenía la configuración YY. Eso
implicaría que la madre tenía un cromosoma Y, pero la hembra produce solo
cromosomas X, y el macho produce cromosomas X e Y. Eso implicaría que también
hay una “malformación” en los óvulos o lo menos probable (que sepa, nunca
revisaron los cromosomas de la madre), un XY con sistema reproductor femenino
funcional. Pero como este dato es muy aventurado, fue un chisme mientras
platicábamos sobre las diferentes implicaciones y límites del Mpreg y no tengo
forma de comprobar ninguno de los casos, ni de citar alguna obra, lo dejo entre
paréntesis como una pequeña curiosidad.
[13] Hermafrodita se define como
aquel que puede producir óvulos y espermatozoides, pero la palabra se usa con
diferentes fines (por ejemplo, se denomina “hermafrodita secuencial” a un
animal que cambia de sexo como estrategia reproductora, pero que no es propiamente hermafrodita, ya
que no produce al mismo tiempo las dos cosas). Se debe destacar que (hasta
donde sé) no existe un humano que sea hermafrodita completo, ya que desarrollan
un sistema reproductor más que el otro. En cambio, el interesexual en la
literatura social es una persona que presenta de forma simultánea características
sexuales masculinas y femeninas, en grados variables. Puede poseer una abertura
vaginal, la cual puede estar parcialmente fusionada, un órgano eréctil (pene o
clítoris) más o menos desarrollado y ovarios o testículos, los cuales suelen
ser internos. Es decir, se presenta a nivel de órganos y no a nivel de celular
reproductivas.
[14] Thomas Laqueur. Op. Cit. p. 76.
[16]
Charles
Darwin. El origen del hombre y de la selección en relación al sexo. 1871. p.
18.
[17] Tanto “intersexfóbico” como
“hermafrofóbico” son términos que estoy utilizando aquí para designar el miedo
a las múltiples características corporales que existen en nuestra especie. Hasta
donde sé, no tienen otra carta de existencia.
[18] El generismo es una especie de
sexismo que se refiere a dividir a las
personas en dos y solamente dos sexos biológicos mutuamente excluyentes.
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