Conclusión abierta
“La conclusión, es clara y
contundente,
lo condenaron por su chifladura
a convivir de nuevo con la
gente,
Vestido de cordura.
Por construir castillos en el
aire
a pleno sol, con nubes de
algodón
en un lugar, adonde nunca nadie
pudo llegar usando la razón”
Castillos en el aire, Alberto
Cortés.
Una vez, platicando con César González en el facebook, salió
esta pequeña conversación que nos pone de manifiesto que hay una inmensidad de
posturas al respecto. En mi caso personal, pienso que tener un hijo que
llevaste dentro debe ser algo lindo, hasta allí. De igual manera pienso que
criar a un niño o adoptarlo debe ser hermoso, hasta allí (claro, conlleva
responsabilidades). Pero también pienso que por ser XX eso no me predispone a
tener hijos si no quiero o a cuidarlos de alguna forma. En el caso de los XY
pienso que si el chico, o si caso contrario es chica XY, quiere tener un hijo sería
lindo, hasta allí. De la misma manera pienso que el que criara a un niño o que
lo adoptara sería algo hermoso, hasta allí. Pero sobretodo, pienso que no por
ser XY tiene que predisponerse a no tener hijos y no cuidarlos de alguna forma.
Desde mi punto de vista personal, el Mpreg es simplemente algo bonito que me
cautivó desde mi primer fic Mpreg Slash (era de La Leyenda de Aang).
Como hemos visto, y como muchos seguramente piensan, poder
tener hijos es un don y un poder. Pero no por ese poder debemos caer en un
matriarcado opresor (donde la mujer sea superior por ostentar ese poder) o en
un heteropatriarcado opresor (donde la mujer, por poseer el don, es relegada al
hogar y a un individuo como si fuera un objeto o trofeo). Ni porque un sexo
disponga de ese poder debemos caer en un generismo opresor. No creo que uno sea
mejor o peor que el otro.
Lo que nos revelan los diferentes puntos de vista es que la
reproducción solo es un comodín para el sistema: el hembrismo pudo haber
surgido con o sin la reproducción, como lo hizo el machismo. Es más, ahora
mismo estamos viviendo un vaivén entre ambos, porque la violencia de género no
solo se da de hombre hacia mujer, sino también a la inversa y en general.
Igual, los niños no son objetos ni trofeos que llevarán
nuestro apellido como marca de “me pertenece”, ni le pertenecen al padre, ni le
pertenecen a la madre, solo a sí mismos.
El Mpreg actual junta el feminismo y el masculinismo en una
sola línea y hace eco en que la covada y la representación del hombre
embarazado son también un puente de unión entre los dos sexos en sociedades
como la nuestra, donde se cree que son sexos excluyentes entre sí, como vimos
en la primera parte. Las olas que pasaron pintaron al Mpreg de visiones
negativas, que no siempre fueron los únicos motivos por los que se hizo. Me
parece que el Mpreg siempre ha tenido diferentes modos de verse, había quienes
lo veían como un modo de ostentar un poder que no tenían y otros que no. Además,
no fue una fantasía solamente de hombres, sino también de mujeres, eso es lo
que pone de manifestó el slash. Me parece que hay que tener una visión más objetiva
a la hora de hablar sobre Mpreg.
Visión 1: “… [Los] hombres fingen que paren, apartando
sistemáticamente a las mujeres para apoderarse mejor de su privilegio biológico
y acreditar la ficción de un orden puramente masculino dotado de autonomía
absoluta, capaz de reproducirse sin participación de las hembras. Mucho han
insistido antropólogos y psicólogos en el hecho de que el escenario de muerte y
renacimiento que entrañan los ritos iniciáticos masculinos corresponden a la
intención de hacer constar que los hombres también pueden parir.”[1]
Este es un texto creado
para "Intruders: El fanzine del planeta slash"
Visión 2: “Para Shulamith Firestone, la reproducción era
también la "trampa amarga" para las mujeres. Sin embargo según su
análisis, más materialista, la liberación se alcanzaría con las
transformaciones en la tecnología de la reproducción, que en un futuro no
demasiado lejano podría eliminar la necesidad de los cuerpos de las mujeres
como agentes reproductores de la especie... Si la reproducción era la clave del
patriarcado para algunas, para otras la respuesta estaba en la propia
sexualidad” (El género: una
categoría útil para el análisis histórico, Joan Scott).
En el tenor de que las mujeres pudieron haber sido llamadas
hombres y los hombres pudieron haber sido llamados mujeres en aras de nuestras
creaciones sociales, me parece que en ese momento el Mpreg hubiese sido la
norma y ahora estaríamos discutiendo los alcances del Fpreg. De la misma forma,
la reproducción es algo variable, y en base a eso crece una visión que
cuestiona ¿cómo hubiese sido la cultura de nuestra especie si los XX fueran los
que tuvieran espermatozoides y los XY óvulos?
La antropología pone de manifiesto que tan solo al observar
que existen diferentes ciclos menstruales de sociedad a sociedad, las
configuraciones y las costumbres de reproducción y de crianza cambian[2].
Y de hecho también se ha demostrado que los modelos familiares y los roles de
género varían de tiempo en tiempo y de sociedad en sociedad. Ahora imaginen, ¿cómo
cambiaría si tuviéramos otra configuración de reproducción? La reproducción
afecta en gran medida las estructuras sociales.
“Imaginemos por un momento que experimentáramos un cambio de
sexo en nuestra vida. Muy probablemente fuéramos al principio hembras y al
alcanzar nuestro tamaño máximo nos convirtiéramos en machos. Toda la estructura
de nuestra sociedad cambiaría y seguramente experimentaríamos cambios
psicológicos más intensos que los de la pubertad o la menopausia. Por fin
hombres y mujeres nos comprenderíamos mutuamente.” (Cambio
de sexo en animales, un fenómeno muy natural, Mundo Biología)
No somos ni más ni menos que el sexo contrario (es más, ¿por
qué deberíamos ser contrarios?) por cualquier cosa que nos caracterice. El
Mpreg y el Fpreg caen en la guerra de los sexos, y esto no se trata de una
guerra, sino de igualdad y de tener ambos las mismas posibilidades: de fuerza
física o de preñez, por ejemplo.
Todavía hoy en día se ve como una obligación el tener hijos,
y no es así. No es obligación de nadie tener hijos. Ricardo Azamar me
preguntaba en facebook a raíz de un artículo de Reproducción Homosexual que
posteé: ¿Todos los hombres y todas las mujeres no heterosexuales queremos
reproducirnos? ¿Acaso el mandato de la reproducción no nos acerca a aquello de que
precisamente queremos alejarnos?
Está claro que no todos queremos reproducirnos, no es una
obligación, pero hay personas que sí quieren. La tecnología sirve para esas
personas que desean hacerlo, no para todos.
Mi pregunta sería ¿de qué queremos alejarnos las personas no
heterosexuales? En la serie de Queer As Folk, Brian dice algo similar: “no
estamos juntos porque debemos, estamos juntos porque queremos”[3]
haciendo referencia a la reproducción o la adopción y el matrimonio. Me parece
que en ese tenor me puedo extender con una amplia retórica que ni yo entendería,
así que mejor voy a resumir:
Este es un texto creado
para "Intruders: El fanzine del planeta slash"
Tener hijos se ha visto como obligatorio (o como un mandato)
y no lo es.
Tener hijos no significa dejar de ser libre o dejar de hacer
lo que queremos.
Tener hijos no significa estar con alguien por esa razón
(que al niño ni le va ni le viene).
No se trata de reproducirnos por deber. Se trata de reproducirnos
si en un momento dado queremos.
Así pues, tener hijos y una familia nuclear (si uno quiere)
es un derecho universal de todxs. Ahora, me parece que la pregunta más acertada
a esta cuestión sería: ¿Por qué reproducirse?
Justo aquí nos damos cuenta que las revoluciones sexuales
han creado un agujero negro llamado Reproducción. El Mpreg no es ningún “monstruo
conceptual”, lo que pasa es que no hemos acabado de definir el significado
de la preñez; el verdadero “monstruo conceptual” es el tema de la reproducción
y el embarazo, sea en quien sea, por eso hay muchos debates éticos a la hora de
hablar de reproducción asistida (y por eso existe el género de la reproducción
y el embarazo en la ficción especulativa, del cual el Mpreg es solo un
pedacito).
Actualmente, a pesar de las diversas corrientes de
liberación sexual que existen, la reproducción ha quedado estancada en la
mirada de la vida heterosexista. Estamos acostumbrados a representar la reproducción
como algo inamovible y premiado por un discurso meramente “heterobiológico”. Y
casi siempre se critica a la familia heteronormativa tradicional como modelo
social e indispensable para el sistema, pero hemos pasado por alto el análisis
de la reproducción misma. Es un reto hacer caer los argumentos heteronormativos
que custodian la procreación para verla de forma diversa y no monótona,
empezando por dejar de hablar solo de mujeres dentro de la misma, no solo
nosotras participamos, ellos también están allí, ¿por qué desaparecer al hombre
del tema?
Se necesitan por ello nuevos analisis Queer de
la reproducción, pensarla en Queer y hacerla Queer. Queerizar la reproducción
es ante todo dudar, desestabilizar la base del sistema y crear nuevas formas de
vida que no conlleven el modelo heteronormativo de crianza. La procreación no
es esencialmente heterosexista, eso es lo que hemos hecho de ella y cómo la
hemos usado. Salir de la trampa heteropatriarcal va a depender en última
instancia de como la administremos, ya sea a nivel personal, familiar o social.
Los XY embarazados (porque ya hay hombres preñados) todavía
no existen y ya los estamos discriminando.
Como se ha mencionado, a nivel de ficción el Mpreg es jugar
con los cuerpos. Los cuerpos son evolución y adaptación, en nuestro caso a una
serie de factores biológicos y sociales. Los cuerpos no son creacionistas, son
“darwinistas”, por lo tanto pueden cambiar por esos factores. En ese sentido se
pueden pensar, diversificar, estudiar e incluso crear y recrear en juegos de
ideas y prácticas sexuales (erotizarlos). De allí la facilidad para
biopolitizarlos, ya que son flexibles y sumamente diversos. En suma, son parte
de nuestra diversidad sexual.
Mi pequeña conclusión es que aún hay mucho que decir, que
parodiar, mezclar, imaginar, escribir, pensar, crear, dudar, transmitir y
quizás hasta escuchar, ver y vivir, que no hay ley natural que transgredir porque
en principio no existe una ley que lo impida al 100%, ya que los organismos
son estructuras flexibles, las cuales, siguiendo la teoría de la evolución, podrían
adaptarse.
En ese sentido, estamos adaptando la reproducción a
nosotros, no ya nosotros a la reproducción, y lo único que estamos haciendo es
conocer cada día más nuestra sorprendente naturaleza corporal. Lo discutible para
mí no está en darle más opciones al humano, sino en quitar o inhibir.
El Mpreg como género literario y como materia de
estudio nos lleva a pensar nuestra reproducción y es un indicador de que
estamos sufriendo profundos cambios sociales, como puso de manifiesto Meigs (en
la parte sobre el Renacimiento) y que estos se combinan con las nuevas formas
de masculinidad y femineidad y las nuevas identidades sexuales que se han
producido desde finales del siglo XX[6].
Así mismo, considero que una de las mayores discriminaciones que sufre el varón
en nuestras sociedades occidentales, sobre todo en las sociedades
latinoamericanas, es no reconocer su derecho a la paternidad responsable.
Mucho que decir aún se queda
en los confines de la
especulación, mis borradores y pensamientos...
Por eso y por muchas otras cosas
más[7]:
Dejo esta conclusión abierta a
su opinión.
¡Que la enfermedad
de Reyes esté con ustedes!
IPCA
Este es un texto creado
[1] François
Delpech. La patraña del hombre preñado: algunas versiones hispánicas , 1986. pp.
592-593.
[2] Peter T. Ellison. En Tierra
Fértil: Historia natural de la reproducción humana. México: Fondo de Cultura
Económica, 2006.
[3] En realidad, esta frase es un
recuerdo que tengo del programa, no es la frase exacta, pero la pongo porque me
gusta el efecto que causa.
[4] Comúnmente se dice
heterosexuales. Sin embargo, la heterosexualidad es solo una orientación
sexual, mientras que el heterosexismo implica la negación de orientaciones
sexuales diferentes.
[5] Agradezco a Mullu por tan
brillante frase que resume todo el debate. Esta postura era como un bucle sin
salida para mí hasta que leí el artículo de Mullu. ¡Gracias Mullu, te debo la
vida!
[6] Beatriz Preciado. Pornotopía: Arquitectura y sexualidad en
"Playboy" durante la guerra fría. México: Anagrama, 2010. (Colección
Argumentos, 413) – 51.
[7] Como dice la canción “Nos pasarán la cuenta” de Patxi Andión.
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