miércoles, 17 de julio de 2013

Mpreg: mas que una advertencia parte 8


Tercera Parte: 
La ciencia del Mpreg


La persona más sabia es la que sabe que su hogar
es tan grande como pueda imaginar
Mago de Oz –  La Danza del Fuego[1]


¿Existe el Mpreg?

Prepárense para entrar a la dimensión desconocida...

No tanto así, pero lo cierto es que a partir de aquí vamos a dejar la fantasía casi por completo y nos vamos a sumergir en el fascinante mundo científico del Mpreg y sus discusiones. Si te has preguntado “¿podría existir?” “¿qué nivel de realidad hay en todo esto del Mpreg?” éste es tu lugar.

Antes de continuar quiero aclarar que no es una ciencia desarrollada, eso solo es el título de la sección (lamentablemente). Lo cierto es que existe una tendencia científica en diferentes materias orientada al Mpreg, pero no lo denominan así ni se ve como en el slash, sino que es un mundo lleno de lo que la biología conoce como “aberraciones”, “malformaciones”, “enfermedades” o “síndromes”.

De igual manera, debo aclarar que en el ser humano no hay organismo XY que hasta la fecha llevase un embrión dentro (sin contar a los gemelos parásito o fetus in fetu[2], que no son embarazos). Lo más cercano que existe hablando fuera del fanfiction, son los hombres XX que se han animado a mantener un embarazo a pesar del prejuicio de que “los hombres no se embarazan”. Entonces, ¿dónde está lo científico y real de todo esto? Eso lo veremos a continuación, porque lo natural está en otras especies y lo científico está en las posibilidades en el humano.


 Este es un texto creado 
para "Intruders: El fanzine del planeta slash"


La Era de la Reproducción Artificial

Harry (como soprano):
Tu mi princesa hermosa // El mundo eres para mí
Tu mi canción preciosa // Mi cantar ha nacido en ti
...
Harry: Hoy vamos rumbo al mar que un día fue mi hogar
Qué maravilla que haya nacido un ser así de tierra y mar
...
Coro: Por todo el ancho mar vamos a celebrar
Juntos venimos a compartir esta ocasión
La tierra y el mar[3]

Reproducción asistida, dicen por allí. Es curioso como en las revistas culturales cuando hablan sobre las nuevas tecnologías de la reproducción casi siempre ponen en los debates a las madres surrogadas vivas o muertas o la reproducción post-mortem. Todo referente a la mujer, porque los expertos dicen y la gente perjura que para eso es o para eso está la mujer y para qué hacer mas bulla.

A pesar de esa resistencia masiva, existen artículos sobre el Mpreg tecnológico en revistas que, o nos traen algunas de las mejores investigaciones o algunos de los mejores chismes. ¿Cómo diferenciar unos de los otros? Por el tipo de lenguaje que utiliza el articulo más que nada (y aún así podemos caer en la confusión). De hecho, no habrá artículo seguro hasta que aparezca en una revista como Nature o Science. Lo cierto es que las investigaciones se hacen ¿cuáles son reales y cuáles mentira, y hasta qué punto? Ésa es la información más difícil de conseguir.

En 1996 apareció un pequeño artículo en español en La Revista del Mundo. Su título era “Hombres Embarazados”, lo escribió Cristina Frade y su encabezado decía “La ciencia está a punto de permitir a los hombres parir a sus hijos”. En él se menciona la controversia social que causa la noticia y brevemente, cómo se realizaría.

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Otro artículo vio la luz en 1997, en la revista Mas Allá. ¿A que les suena el título? Este artículo se llamaba “Los hombres también podrán ser mamás” y fue escrito por el Dr. Andrés Rodríguez. Ocupa un lenguaje técnico y habla del recurso en el que se basa este Mpreg: el embarazo ectópico. Éste se caracteriza por ser de alto riesgo y por no ocupar el útero para el desarrollo del feto. En este sentido, la discusión sobre Mpreg, tanto para fanáticos como para científicos y médicos sería ¿en qué órgano preferirías insertar el embrión?

Uno más, que es interesante, aparece en junio de 2010 en la página Universitam: Universidades y Universitarios. Su título es “Los hombres sí pueden embarazarse, pero hacerlo actualmente es peligroso” y es la traducción de una pequeña entrevista a Lee M. Silver, un profesor de la Universidad de Princeton que trabaja en el Departamento de Biología Molecular de la Escuela Woodrow Wilson de Asuntos Públicos e Internacionales. El artículo gira en torno a tres interrogantes principales y la visión opuesta que tienen los científicos y los médicos sobre el fenómeno:

1. ¿Es realmente posible hoy?
La respuesta es “casi seguro que sí, pero…”

2. ¿Así que es posible embarazo masculino?
Probablemente sí.

3. ¿Es el embarazo masculino seguro?
No, no en el momento presente. Es peligroso. Pero en algún momento en el futuro, es probable que los biólogos reproductivos descubran cómo dirigir el crecimiento de la placenta fuera de los órganos...

Pero el artículo que más repercusión ha tenido es el de Dick Teresi y Kathleen McAuliffe en la revista OMNI en 1985. Este artículo realiza una investigación asombrosa sobre la posibilidad del fenómeno: “Una confesión: Nunca quise escribir este artículo. Fue el resultado de una observación casual sobre el trabajo de John Money, que sin saberlo, pronunció en una reunión editorial. Nuestros editores eran tan escépticos como nosotros, pero nos pidió que por lo menos exploráramos la idea. Tomamos la asignación con el supuesto de que después de un par de llamadas y un par de búsquedas en la biblioteca honestamente nos daríamos cuenta de que no había futuro real, o base científica para el embarazo masculino. Nos equivocamos. Algunos investigadores importantes nos convencieron de que la idea era del todo factible”.

Cuál fue su sorpresa al descubrir experimentos desde los 60. Pero lo más sorpresivo no son estos experimentos, sino los realizados en hormonas que no se sabe a ciencia cierta para qué sirven. Tenemos modelos y algunas descripciones de qué utilidad tienen, pero las hormonas no siempre son igual de predecibles y además están biopolitizadas, lo cual nos aleja de una observación objetiva de ellas y sus funciones.

Otro aspecto es el embarazo. Se cree comúnmente que se necesita un útero para que alguien pueda quedar embarazado. Lo cierto es que el útero no es necesario, sin embargo, es lo que hace seguro el embarazo.

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De hecho, el embrión es un parasito oportunista (así que no se sorprendan cuando Draco le dice a su hijo y el de Harry “¡Gusanito!”; de hecho, los temas de embarazo también están relacionados con los parásitos, un ejemplo de esto lo vimos en Anatomía de Grey[LU1] ) que puede crear su propio modo de alimentación y desarrolla lo necesario para ella de acuerdo al órgano del que se sujete, eso se ha comprobado a través de experimentos con ratones de diferente sexo, insertando los embriones en diferentes partes del cuerpo, incluso en los testículos. Se dice comúnmente que los embarazos ectópicos no son viables porque son de alto riesgo, son difíciles de identificar en la práctica y los hay de muchos tipos.

En algunos de los experimentos en serie de los años sesenta, por ejemplo, el Dr. David Kirby, de la Universidad de Oxford, Inglaterra, trasplantó los embriones de ratón a los testículos, el bazo y los riñones de ratones machos adultos. Kirby (ya fallecido) tenía la teoría de que la cápsula del testículo simplemente no era lo suficientemente elástica para permitir que el embrión madurara completamente. El experimento mostró, sin embargo, que las hormonas masculinas y la testosterona y otras que se encuentran en altas concentraciones en los testículos no frustran el desarrollo embrionario normal - un signo positivo para los hombres que quieren tener hijos. (Teresi y McAuliffe, Male Pregnancy).

Como se propone en Junior (1994), se insertaría en el varón un ovulo fecundado en un órgano donde el embrión pudiera desarrollarse de forma segura, pero para muchos médicos esto es “anti-medicina”.

La principal objeción de Hodgen al embarazo masculino (usó la palabra extravagante por lo menos cinco veces al ser entrevistado) es que es equivalente a un embarazo ectópico, una condición que amenaza la vida. “Como un hombre que obviamente no tiene útero ¿verdad? pediría que le transfirieran un embrión en el abdomen al personal médico, involucrándolo, para defender lo que lleva a una condición potencialmente mortal que incluso no redunda en el beneficio de otra persona existente”, subraya Hodgen. “Eso es anti medicina.

En el siguiente apartado vamos a dudar de Hodgen. Los hombres no tienen útero, ¿o sí?

“Cualquier tipo de embarazo ectópico en el tubo[LU2]  es peligroso", dice Jacobsen, "porque es una cavidad cerrada que no se puede expandir. Pero la cavidad abdominal se puede ampliar. Es una condición de riesgo, pero si el embarazo es visto con cuidado, el riesgo de muerte es baja." Aun así, Jacobsen no está ansioso por ser el primer médico con un hombre/madre de paciente. "Claro que es posible", insiste Jacobsen. "¿Pero por qué diablos lo querría hacer usted? En mi opinión, sería un abuso para los hombres el utilizar la tecnología de esa manera. Creo que el uso adecuado de la tecnología sería para las mujeres que no tienen útero, pero quieren tener un bebé. Ahí es donde creo que la medicina lo hará primero”.

¡Ahora resulta que abusamos de los hombres por querer que tengan hijos!

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Las tecnologías que se refieren al útero son problemáticas desde un punto de vista feminista, ya que nos llevan a preguntar ¿por qué se ve a una mujer que no puede embarazarse como una condición patógena que se puede curar? El problema no es cómo lo ven los médicos, sino cómo se ve la misma mujer. Allí es donde el enfoque debería cambiar. Me ha tocado ver a chicas llorar porque no podrán ser mamás a futuro. Y ¿la adopción qué? Recientemente, una doctora me dijo “no te preocupes, mira, tu útero está bien, no eres un mounstro” y mientras investigaba esto se me ocurrió preguntarle a mis papás ¿existen las mujeres que no tienen útero? (se le llama síndrome de Rokitansky), su respuesta me dejo congelada: No, no se puede, y entonces no serían mujeres.

¿Eso nos hace mujeres?

Si comprobamos que los hombres tienen algo similar al útero o desarrollamos la ectogénesis (úteros artificiales), ¿podemos replantear esta cuestión de “abuso”?

Uno más de los peldaños que pueden sustentar el embarazo masculino son los trasplantes de útero[4], que están en camino de ser posibles, lo cual facilitaría la tarea. Es de notar que hemos pasado de la teoría del Mpreg del embarazo ectópico a la teoría del Mpreg mediante la tecnología de úteros.

La preocupación de si el varón rechaza o no el trasplante es otro punto. Sin embargo, hemos visto que los hombres están lo suficientemente capacitados para sustentar un embarazo al menos en teoría, y ello se denota en el síndrome de Couvade[5]. En cuanto a la aceptación corporal de un útero no se sabe con exactitud, sin embargo, en el año 2006 en Alemania, una mujer a la cual se le había hecho un trasplante de médula ósea de su hermano logró quedar embarazada y dio a luz a un niño sano. Eso quiere decir que el sistema inmunológico masculino no rechazo al embrión (DW-World: Salud).

Otro asunto, si desarrollamos una tecnología de úteros artificiales y podemos implantarla en un hombre, sería ¿no es este un desperdicio de tecnología? Si tenemos ese nivel de tecnología lo más seguro es que se dirija a formas más seguras y menos mortales de crear descendencia; en realidad nos dirigimos hacia el útero artificial externo, incubar el embrión en un organismo vivo ya no va a ser necesario, salvo que alternemos los modos de reproducción: ¿cómo quieres tener a tu bebé: lo quieres tener tú, tu esposo o prefieres que sea en una incubadora ectogenética? (bueno, al menos creo que es una pregunta menos fuerte que ¿cómo quieres que sea tu hijo, de piel negra, con ojos azules? ¿pelirrojo o albino? ¿hermafrodita?[6])

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A este respecto, muchos están en contra. ¿Qué pasará si el embarazo es externo? ¿Ya no habrá lazos entre la madre y el padre? ¿Automatizaremos la reproducción? ¿El sexo ya no va ser útil más que por placer?

El placer es parte de la forma humana de tener sexo y es diferente a la reproducción. La idea de combinar el placer sexual y el sexo con fines reproductivos proviene de hace milenios, cuando se decía que era un desgaste de energía y de semilla si se copulaba o se derrochaba el semen sin fines reproductivos. La iglesia cristiana abanderó esto y lo transmitió. Y cuando la peste negra devino en el continente europeo, la iglesia aprovechó la tasa de mortalidad para naturalizar la pareja de hombre/mujer.

Hasta hace unos siglos se creía que si la mujer no tenía placer en el sexo no podía quedar embarazada, y en los cuentos donde se aventuraba que la mujer podía quedar embarazada sin tener placer eran una idea descabellada[7]. Idea muy diferente a la de los 60, cuando Kinsey aportó sus estudios a una sociedad donde las mismas mujeres creían que no eran seres sexuales. Decir lo contrario era inmoral.

El miedo a estos desarrollos proviene de ser sociedades sexofóbicas, generistas, machistas y heterosexistas en su mayoría, con ideas concebidas en la creación de una “virilidad” y “feminidad” bien naturalizadas y limitadas socialmente. Algo así como en la escena de Antz (Hormiguitas): soldado, obrero, soldado, obrero... En ese sentido, ya estamos más que automatizados (somos cyborgs de nuestra propia cultura).

Cuando hablamos de este tipo de tecnologías de la reproducción no podemos pasar sin evocar la frase que dice “en sociedades más imaginativas la reproducción biológica podría asegurarse con otras técnicas” (conelpapa.com, página religiosa en contra de la perspectiva de género).

A su vez, “Oscar Guash nos dice que una de las posibles razones por las cuales las sociedades se están reconfigurando sexualmente es porque la tecnología nos puede abrir nuevas posibilidades... ya que al final de cuentas 'la forma en que se propaga la especie es determinada socialmente.” (Citlalli García, Evolución social y heterosexismo no son lo mismo).

Que a su vez sustenta Fred Hoyle: “Otra idea que me incomoda es la convicción de que el abanico o la ventana de oportunidades para la especie humana esté muy cerrada en el tiempo. Para abrir dicha ventana se necesita una avanzada tecnología[LU3] .” Una de las limitaciones más pronunciadas para esto es la del heterosexismo. A este respecto, Delgado nos dice que “la heterosexualidad, en su potencia de exclusión y su despliegue institucional es un acto de barbarie, un atentado contra la imaginación” (Daniel Delgado, Heterosexualidad, un vector doble de opresión).

En suma, después de lo que conlleva una extensa discusión social y experimentos en ratones, monos y otras especies, se ha comprobado que no hay una fuerte restricción biológica para este fenómeno. De hecho, la preñez pudo haber recaído en cualquiera de los dos sexos biológicos que hoy consideramos en nuestra especie.

Otra parte importante que hay que explicar es la tecnología de la reproducción homosexual. El día primero de febrero del año 2008, el periódico Universal de México, publicó un artículo titulado “Crean óvulo del hombre y esperma de la mujer”. Este artículo explica una forma de reproducción que consiste en un principio en crear un espermatozoide a partir de ovulo, en el caso de la mujer, y un óvulo a partir de un espermatozoide, en el caso del hombre. Esto permitiría que las parejas de homosexuales y de transexuales (por ejemplo, una pareja heterosexual de un hombre XX y una mujer XX) se pudieran reproducir sin importar quién se decidiera a llevar el embarazo (si ellos así gustan, nótese, no es obligatorio). Un ejemplo de esta combinación se ve en el artículo de Juan Luis Sanchez, “El pone los óvulos y ella pone el embarazo”.

Para los hombres XY el caso es más complicado, ya que en estos momentos necesitarían una madre surrogada, lo cual no es negativo. De hecho, ni el Mpreg ni la reproducción homosexual tienen por qué inhibir las tecnologías de reproducción existentes (o la adopción), sino que se puede crear una combinación de estas tecnologías, lo cual traería muchas posibilidades de reproducción. Ejemplo de los usos que se le pueden dar a esta combinación son los tríos.

En el libro de bisexualidades de Riesenfeld hay una anécdota que me llama mucho la atención:

Adrian – Nosotros somos tres, Carmen, Augusto y yo. Augusto y yo hemos sido mejores amigos por años; desde chicos nos llevábamos muy bien, parecíamos hermanos. Y así, juntos, fuimos creciendo sin separarnos ni un instante, hasta que apareció Carmen, una mujer sensacional que conocí en un congreso y con la cual entablé una amistad muy hermosa. No se imaginen que ella nos separó, todo lo contrario: le presenté a Augusto y por suerte se cayeron de maravilla. Un tiempo estuvimos saliendo los tres; a todas partes íbamos juntos, hasta que ellos dos se enamoraron y al poco tiempo se casaron. Yo lo resentí porque también estaba enamorado de ella, sólo que no estaba listo para un compromiso como el que ella quería. Aunque nos seguimos llevando muy bien los tres, la relación cambió un poco y yo no me alejé. Un día Carmen me llamó para decirme que ya no aguantaba a Augusto, que se amaban pero en algunas cosas no se sentía compatible con él. Esto coincidió con que yo acababa de perder mi trabajo, así que me invitaron a vivir con ellos. Aquello funcionaba muy bien: yo sabía cómo tratar a Augusto en los asuntos que a Carmen le hacían perder la paciencia; Carmen hacía conmigo cosas que con Augusto no compartía, y Augusto hacía conmigo cosas que con Carmen no le fluían igual... Así empezamos un triangulo con momentos de los tres juntos... Dio inicio la armonía y de alguna manera la paz. Con todo, había algo que no me permitía sentirme bien. Para empezar, yo estaba enamorado de Carmen, la cercanía provoco que la amara más... Tuve que hablar con Carmen, decirle lo que sentía e informarle que necesitaba retirarme para armar mi propia vida y tener mi propia familia. Tras escucharme con atención dijo que también ella sentía algo especial por mí, pero al mismo tiempo amaba a Augusto. Me pidió que no me fuera y que lo conversáramos los tres. Augusto estuvo de acuerdo en que no me fuera...Manifesté mi interés en tener una boda y una familia, con lo que ellos estuvieron de acuerdo. Empezamos a planearlo: como ellos se habían casado sólo por lo civil, propusieron que Carmen y yo tuviéramos una boda religiosa. Así lo hicimos. Llevamos nueve años viviendo los tres juntos y tenemos dos hijos: uno de Augusto y Carmen y otro de Carmen y mío. Nuestro dilema actual es que los dos hombres deseamos otro hijo biológico cada uno, pero Carmen sólo quiere tener un embarazo mas. A ver qué pasa”. [8]

¿Como que algo les falta, no creen? (Bueno, aparte de contraer nupcias entre los dos hombres --pensamiento de una fujoshi--) Si en estos momentos existiera la reproducción homosexual creo que la decisión sería fácil. Incluso Carmen no tiene porque llevar a dos niños más si existiera el embarazo masculino. Combinar los métodos de reproducción asistida sería todo un logro.



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[1]        La frase original es “El hombre más sabio es el que sabe que su hogar es tan grande como pueda imaginar”.
[2]     Los gemelos parásito son gemelos cuyo desarrollo no prospera y que se mantienen en el interior de su gemelo, como un tumor. Más información en: http://medwebstudents2.wordpress.com/2007/10/07/fetus-in-fetus-o-el-gemelo-parasito/
[3]    Parodia Drarry de la primera canción de la Sirenita II de Disney, como homenaje al Mpreg y la reproducción homosexual de la tecnología de reproducción asistida. Sin duda, sería una maravilla que naciera un ser así de “tierra y mar (realidad y fantasía, mainstream  y underground, personas a favor y fanáticos). Siguiendo el carácter festivo de los antecedentes del Mpreg, haríamos una gran fiesta. 
[4]        Si se aplicara esta tecnología, estos trasplantes se convertirían en uno más de los “alotransplantes”, que se caracterizan por que el donante y el receptor son de la misma especie pero no son genéticamente iguales.
[5]        El síndrome de Couvade proviene de la palabra francesa "couver", que significa incubar o criar y afecta a algunos padres durante "la dulce espera". El síndrome se manifiesta en el hombre con la aparición de los síntomas del embarazo propios de la mujer. Según se lean los diferentes trabajos de investigación sobre este tema, este síndrome aparece del 10% al 65% de los padres "gestantes" y se estima que 1 de cada 4 hombres consulta al médico por estos síntomas.
[6]        ¡Hey! Si esto les dio risa, no fue por eso que lo hice, sino para resaltar los rasgos que a la mayoría no le gustarían en un hijo y que me parece tan hermosos como cualquier otro. Lo sorprendente de esta tecnología no sería escoger los rasgos (¡que salgan como sea!), sino poner mayor variabilidad genética (no quitar), como ojos morados o las temáticas de los “superpoderes”.
[7]     Thomas Laqueur. La construcción del sexo: cuerpo y género desde los griegos hasta Freud. España: Ediciones Cátedra, 1990 (Feminismos).
[8]        Rinna Riesenfeld. Bisexualidades: entre la homosexualidad y la heterosexualidad. México: Paidos, 2006. p. 114-115 (Uno y los demás)

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